Los inicios de la criptografía
Hablemos de criptografía clásica. Nos situamos en el siglo V a.c. en la antigua Grecia, en concreto en Esparta. Debido a las continuas guerras como las guerras medicas las guerras del Peloponeso , los espartanos idearon un sistema de comunicación secreto. Si nos imaginamos, en ese tiempo los mensajes se llevarían en mano. Si un mensajero fuese capturado y el mensaje leído podría ser una ventaja enorme para el enemigo. Supongamos el mensaje «Nosotros atacamos por la derecha y vosotros por la izquierda. Mañana al amanecer, para patear el culo a los persas»(si, hasta aquí llega mi estrategia militar). Si el enemigo lo interviniera tendría la estrategia y podría reorganizar sus tropas. Pero, lo que podría ser peor, no seria que leyera el mensaje. Lo peor sería que pudiera modificarlo y enviarlo al destinatario con un nuevo mensaje como «Rendición absoluta, entregad las armas a vuestro enemigo». Asi nacio la criptografía.
Una solución ingeniosa: la escítala espartana
Para evitar esto los espartanos inventaron la escítala espartana. La escítala era un simple bastón que se había partido en dos y cada parte se la quedaba un alto mando de los ejércitos que necesitaban comunicarse. Para enviar un mensaje se enrollaba una cinta de cuero en la escítala. Luego se escribía el mensaje longitudinalmente al bastón, de modo que al desenrollar la cinta el mensaje quedaba desordenado. Seguro que con una imagen se ve mucho mejor:

De esta manera, el mensajero cogía la cinta y la guardaba o se la ponía como una cinta en la muñeca,como un cinturón. Cuando llegaba al destinatario, este enrollaba la cinta en su mitad del bastón y obtenía el mensaje. En caso de que el enemigo capturara al mensajero y obtuviera el mensaje no le seria valido ya que no podría leerlo. Y tampoco podría falsificarlo ya que necesitaría un bastón del mismo grosor que el original para cifrar y descifrar
Como curiosidad, de aquí viene la expresión «ostentar el bastón de mando». Los altos mandos llevaban este bastón siempre con ellos. No podían permitir que nadie lo obtuviera ya que de ello podía depender la victoria.